Lee el articulo: Padres a la biblioteca
Tras unos segundos paralizada por la sorpresa ante aquel desastre, Carmen, casi literalmente, se tiró al suelo y comenzó a recoger frenética todos los instrumentos sadomasoquistas que se habían desparramado a los pies de Viorica cuando se cayó la bolsa. De cuclillas, con una mano sostenía la bolsa de cuero, que seguía abierta, y con la otra cogía los juguetes de uno en uno o de dos en dos y los echaba dentro. La rumana también se agachó, y antes de que le diera tiempo a Carmen de terminar, cogió una fusta. Probablemente por casualidad. Era una de las muchas cosas que habían salido fortuitamente del interior de la bolsa, y Viorica, que quería recoger algo de aquello, tomó lo primero que alcanzó con el brazo. Era una fusta corta, de treinta y seis centímetros de largo, de cuero marrón, muy bonita, con asa en el mango y acabada en lazo plano. Un auténtico clásico de la parafernalia SM. Carmen terminó de recoger todo lo que podía ver, cerró la cremallera de la bolsa con saña y se levantó, con cara de circunstancia, y arreglándose el pelo. Pero Viorica estaba esperando con la fusta en las manos y dos signos de interrogación en los ojos. Obviamente, dijo:
-¿Qué es esto?.-
Carmen resopló y miró al cielo.
-Madre mía.- Se le escapó.
-¿Qué es esto, Carmen?.-
-Una fusta.-
-Pero tú no haces equitación ¿verdad?.-
-Afirmativo.-
-Y he visto otras cosas extrañas que metías en la bolsa. Muñequeras, cadenitas, algo que parecía un látigo y varios, bueno, creo que se llaman... consoladores.-
-Sí Viorica, has visto bien.-
-Bueno, cuéntamelo.-
-No.-
-¿Cómo?.-
-No sé cómo vas a tomártelo, pero en este momento no me apetece hablar nada de lo que llevo en la bolsa. Es algo privado.-
-Está bien, lo entiendo. No tienes por qué darme explicaciones sobre tus cosas. Yo no me considero una persona entrometida.-
-Gracias.-
-Pero esto no está dentro de la bolsa.-
-¿El qué?.-
-La fusta.-
-¿Quieres que te hable de la fusta?.-
-Afirmativo.-
Carmen sonrió porque le hizo gracia la revanchita lingüística de la rumana con lo de "afirmativo", pero la cosa se estaba poniendo tensa. La camarera recuperó su vaso de té helado, dió un buen trago y se dejó caer sobre el mismo almohadón del sofá de antes. Su anfitriona también volvió a la butaca. Seguía agarrando la fusta con las dos manos, y miraba el instrumento, como de soslayo, sin dejar de prestar una atención visual educada hacia su invitada.
-¿Sabes? Era como una profecía. Sabía que esa jodida bolsa al final me iba a complicar la vida. Llevo casi un año con ella intentándola mantener fuera del alcance de mi madre y cuando creía que por fin lo había conseguido, se me cae delante de ti el mismo día en el que me ibas a enseñar mi habitación. Mi nueva casa !Hay que joderse!.-
-No saques conclusiones precipitadas. Yo ya te he dicho que respeto tu deseo de confidencialidad y que no te voy a pedir explicaciones sobre lo que llevas en la bolsa.-
-Pero entonces no te entiendo.-
-¿Por qué?.-
-Porque me acabas de decir que quieres que te hable acerca de la fusta.-
-La fusta no está en la bolsa.-
-¿Y qué?.-
-Pues es una manera intermedia de que nos contentemos las dos; yo cedo un poco, y dejo el tema de la bolsa, y tú cedes también, un poquito, y como la fusta no está ahí, y la tengo yo, me lo cuentas.-
-Eso es una chorrada.-
-¿Por qué?.-
-Porque quieres interrogarme a fin de cuentas, lo disfraces como lo disfraces.-
-Que no.-
-Déjalo.-
Iba a levantarse pero la rumana se lo impidió agarrándola suavemente del brazo.
-No por favor, no te vayas. Y mucho menos así, Carmen.-
-Mira... ¿sabes por qué escondía la bolsa de mi madre?.-
-Supongo que porque no querías que supiese lo que tiene.-
-Sí. Y porque paso de que me monten un circo, quien sea, aunque sea mi puta madre.-
-No te enfades mujer.-
Finalmente Carmen no se levantó, pero se cruzó de brazos, y con expresión refunfuñada, se dejó caer sobre el respaldo.
-A mí también me gustaría -continuó Viorica- que intentaras entenderme un poco. Yo te he ofrecido una habitación porque me apetece vivir con alguien como tú... Vienes, ha sucedido esto y... !joder!... es normal que yo me extrañe un poco al descubrir que escondías ahí látigos, cadenas, pollas de goma y esa fusta.-
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